Para iluminar la realidad más modesta y descubrir en última instancia su verdadera semejanza, casi siempre tenemos que reunir un montón de imágenes; una figura cuya presencia nos llena y nos deja sin aliento podría no haber tomado forma nunca si antes no hubiéramos invocado a todo un pueblo de fantasmas.
Pero a ambos lados de este camino real que nos conduce lenta y seguramente a la realización poética del universo, hay bastantes atajos -y las imágenes de Max Bucaille son una buena ilustración de ello- que nos regalan inmediatamente maravillas y prodigios gracias a un desorden muy hábil.
Un desorden que no es, en definitiva, más que la primera cara de lo inesperado: eclipses y rupturas preparan aquí el camino para nuevos lugares de ensueño, – y parece como si se rasgara un velo en algún lugar de la fabulosa espesura de lo cotidiano.
Y así, en la confusión de los reinos, un viejo sueño unitario se prolonga entre nosotros y recobra su imperio……
M. HAVRENNE